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sábado, 6 de junio de 2020

Espejismo. By Russell

Tiempo ha que terminó la maldición...
Y sin embargo aquí estás...
Nunca te fuiste...

Cuando comprobaba estar en tierra firme, de pronto subió la marea y desparecieron mis pies...
Mis rodillas...
Mis caderas...

Sé que es algo temporal, un pequeño fragmento del infierno vivido durante la maldición antes de esta situación de confort. Sé que la marea volverá a su nivel y sentiré la hierba de nuevo entre los dedos de mis pies. Pero...

¿Y si la marea sigue subiendo?
¿Y si la marea no consigue encontrar su calma y en cada vez más cortos periodos de tiempo siento que me quiere arrastrar fuera de tierra firme aún en contra de su voluntad?

La marea es marea. Pese a quien le pese, no tiene voluntad más allá que la de existir y obedecer a su propia naturaleza. Y sin embargo yo aquí me encuentro luchando por alcanzar tierra con mis pies y cada vez hay más desorientación de si me habré desplazado de lugar a un territorio nuevo y desconocido.
O incluso peor, un territorio en el que regrese la maldición y quiera abrazarme de nuevo diciéndome: "Te he echado de menos... No volverás a irte acompañado por ahí..."

¡¡No puedo permitir que eso suceda!! Debo luchar contra los embistes del oleaje y aguantar lo que pueda hasta que la marea descienda y pueda volver a sentir tierra bajo mis pies... ¡¡Tiene que seguir existiendo tierra!! ¿¿¿No???

He estado tiempo en esta zona cuidándola... Manteniendo el arbol fuerte, las flores vivas, la hierba sana, y sin embargo, cada vez que el agua sube siento miedo...

Miedo de que la marea; ajena a su naturaleza; destroce lo que estaba plantado en tierra. Que se lleve mis recuerdos y que para recuperarlos, deba sacrificar unos recuerdos nuevos cuando descienda el nivel del agua. Plantar de nuevo para seguir manteniendo la vida y vegetación de este fragmento de tierra que me acoge con los brazos abiertos todas las veces que regreso tras ser separado por las olas.

En este momento estoy rezando. No soy creyente en la fantasía que nos quieren vender como real según algunas religiones. Pero sí que creo en cosas. Y ahora mismo estoy rezando por ellas... La acometida del agua ha sido brutalmente agresiva esta vez... He recibido un fuerte golpe del oleaje y estoy completamente desorientado... Estoy tan mareado que no puedo discernir entre superficie y cielo porque todo lo que me rodea brilla como blanco cristal ondulado que quiere mecer mis heridas...

Sí... He recibido heridas...
Sé que estoy sangrando. Y sin embargo no puedo parar de sentir esperanza y dolor... Debería encontrar un atolón, un sitio donde pueda sujetarme y revisar todo mi cuerpo en pos de encontrar y detener la hemorragia...
Siento que si no lo hago pronto voy a desmayarme y con el arrastre del agua voy a perder la situación de mi pequeño rinconcito de tierra donde he encontrado la felicidad que tanto me ha arrullado en los últimos tiempos.

Tengo que mantener la calma...
Que la hemorragia no es más que una ilusión provocada por mi mente tras recibir un golpe tan poderoso de la marea. Pero duele... Para querer creer que no es real, duele muchísimo...
Debería estar acostumbrado... Pero el agua ha subido violentamente varias veces en periodos cada vez más cortos de tiempo. Apenas me he recuperado de la anterior subida y ya está aquí de nuevo...

Alzo la mirada mientras intento coger bocanadas de aire. Y allí está...

Veo una silueta...
Una familiar silueta flotando sobre la superficie que no había visto en los últimos tiempos, y que pensaba que ya no iba a volver a ver hasta el día de mi muerte, siendo un apacible ancianito que ha tenido una vida digna de ser vivida...

Es un espejismo...
¡¡Tiene que ser un espejismo!!
Sigo estando cerca de tierra...

En cuanto el agua descienda recuperaré mi rinconcito vital y podré seguir cuidándolo como se merece... En ese rinconcito soy feliz. No quiero que nada me prive de esa felicidad. He necesitado de toda una vida para encontrar ese rinconcito que me cobije. Un rinconcito totalmente compatible a mi ser y que responde de feliz manera entregándome unas preciosas flores, un robusto árbol frutal y una hierba digna de la mejor sábana que podamos probar en una cama... ¡¡Así que tengo que conseguir aguantar!!

Mientras intento resistir los envites cada vez más violentos y seguidos del oleaje, hago aspavientos para seguir sintiendo mis dedos, mis brazos, los cuales están cada vez más entumecidos por el frío y la humedad. Los pies hace horas que dejé de sentirlos. No siento nada debajo de las rodillas. Me pregunto si la hemorragia viene de ahí, o es simplemente que los tengo dormidos a causa de la invernal temperatura del agua...

Lo más triste e irónico de todo esto, es que la tierra... (Mi rinconcito de tierra que tan feliz me hace por cuidarlo y ser cobijado en su superficie) ...forma parte de la marea de algún modo. Son un todo. Dada la situación no pueden existir la una sin el otro. Y yo he llegado como un extraño inesperado para asentarme en el lugar. Un lugar que me brinda bienvenida acariciándome los pies con sus briznas de hierba, y que a veces me expulsa con sus subidas de marea separándome de tierra. Pero es una idea que debo asumir como cierta si quiero poder sobrevivir en este paraje tan hostil.

En mi mente, empieza a vislumbrarse la silueta de un planteamiento cruel. Un planteamiento que sopesa el comprobar de algún modo si las caricias y el cobijo que me da la tierra cuando puedo sentirla en mis pies desnudos, es suficiente como para compensar los tremendos golpes que recibo cuando la marea sube de golpe lanzándome como un pelele y arrastrándome con violencia entre las ondas marinas...

Quizá sea mi mareo, quiza mi desorientación la que está provocando estos pensamientos. Pero este último embiste de las aguas al subir de una manera tan súbita con esa ola tan tremenda, me ha reventado por dentro y por fuera. Siento que estoy perdiendo la consciencia y cada vez me cuesta más sacar la cabeza a flote... ¡¡Necesito que me de tiempo a respirar entre golpe y golpe del oleaje!!

Y no quiero...
No quiero ver debajo del agua como de hundida está la tierra donde soy feliz y tengo un propósito de vida. No quiero pensar que la tierra está dentro del agua como si la marea fuera una incontrolable capa más de una realidad que me dijera que esa tierra quiere volver a salir, pero puede que llegue un día que no lo haga más. O que llegue un día en el que yo acabe perdiendo la consciencia y me pierda en el océano.

Y tengo este terrible temor porque reitero que las últimas subidas del nivel del agua han sido muy próximas entre sí, y cada vez cogen más fuerza y violencia  a mi alrededor sin que pueda hacer nada por ayudar a mantener la calma del agua y el contacto con la hierba.

Siento que me quiere expulsar. Que hay todo un debacle de contradicciones y agresiones fuera de control que buscan el modo de lanzarme fuera de esa tierra a la que sé, pertenezco. Siento que he caído en las redes de un sistema de trampas que busca lanzarme volando de la zona sin tener asegurado un porqué legítimo, y que sus razones se estructuran en mecanismos de inseguridad e interruptores accionados por eventos anteriores a mi llegada a este territorio...

¡¡No puedo permitirme perder lo que tengo!! No puedo permitirme ser expulsado del lugar que me hace feliz porque me volvería a encontrar nadando solo en un horizonte de agua. Donde los susurros se vuelven gritos, y donde las luces se vuelven sombras.
No creo que tenga fuerzas de volver a pasar por eso. Que llegado el momento; estoy seguro que; el espejismo que me mira de reojo, dejaría de ser un espejismo para ser una realidad de nuevo para rodearme con sus fríos brazos...

Si eso pasara, el velo que cubría mi felicidad antaño volvería a caer. Volvería a cubrirme con su negro manto y yo no podría hacer nada a pesar de haber peleado tanto tiempo por lo que me hacía feliz...

Le miraría a los ojos y le espetaría con tristeza y resignación:

"Tiempo ha que terminó la maldición..."

Y el espejismo me respondería:

"Y sin embargo aquí estás.
Nunca te fuiste..."




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martes, 9 de abril de 2019

La putada de crecer no es madurar...


Hoy mientras repartía los folletos de mi trabajo entre las personas de la calle, he llegado de imprevisto a un parque con columpios para críos.

Los que seguís este blog habitualmente; y más aún los que seguísteis el agotador pero increíble Proyecto 365 que empecé en 2017 y terminé el año pasado 2018; sabéis que tengo predilección por los columpios. Muchos de mis mejores recuerdos fueron en columpios, y aún a día de hoy siento ese cosquilleo en el estómago cuando pienso en las posibilidades que brinda uno de estos en nuestros ratos de ocio lúdico.

¿Pero por qué hablo de esto ahora? ¿Qué es lo que vi en este parque que no haya visto en otros?

Creo que las fotos son bastante esclarecedoras...

Un puñetero columpio con forma de autobús!!!

¿Sabéis hasta que punto habríamos donado hasta órganos si de txikis hubiera existido la más remota posibilidad de jugar en un columpio con forma de autobús?


No, va muy en serio!!

Much@s de nosotr@s simulamos jugar a conductores de autobús cogiendo un libro cerrado y usándolo de volante. Y si caía en nuestras manos algo redondo como un plato, apaga y vámonos!!!

Este columpio llega 30 años tarde para mí. ¿Y sabéis lo peor de todo? Que aunque tenga el don de mantener la mirada infantil de un crío para según qué cosas, he crecido lo suficiente para no poder entrar en ese columpio aunque sean 30 segundos para sentarme al volante y dejar volar mi imaginación...

En seriooooo!!!

Esto es frustrante!!!
Incluso con 18 años, aún jugaba con mi hermana pequeña a "Autobuses" con el propio Need Foto Speed 2, desactivando los competidores en carrera y activando el tráfico en carretera.

Es que de verdad, me jode cantidad no poder jugar con estas cosas aún rodeado de cri@s, sin parecer un enfermo mental a ojos de otr@s.

Porque os aseguro que de haber podido entrar en este bus, me habría sentado un rato en el asiento del conductor para darme el gustazo de sentir ese hormigueo en el estómago como cuando era txiki. Dándome igual quién pasará por la zona y me viera ahí sentado.


Siempre he dicho y creído firmemente que "las experiencias en nuestra vida nos forman como personas. Pero la actitud y el modo de ver las cosas ante ellas siempre han sido y serán decisiones voluntarias."

Pese a quien le pese, yo he elegido crecer y madurar conservando la mágica mirada infantil e ilusa que hemos tenido de pequeños. Y por ahora, me va bien. Ya que ello no implica inmadurez.

Eso sí, el crecer hasta casi alcanzar el metro ochenta me ha jodido de poder probar elementos modernos para críos que no existieron en mi infancia.

CAGONPUTIO!!!




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